La voz que sabe más no siempre me llegó con palabras. Se manifestó en el silencio que trasciende el parloteo mental, ese espacio donde las distracciones se aquietan y surge una sensación de calma profunda. Es una voz que, sin necesidad de sonido, me mostró el camino, aun cuando ese camino me parecía desafiante. La voz me invitó a autoconvocarme. Me anclé con los pies firmes en la tierra y me dispuse a mirar mi vida en retrospectiva para ver qué había hecho durante todo este tiempo. Sentí la necesidad de dejar de decir la letra de otro y hacer silencio.
La voz no apareció por casualidad, sino como resultado de un entrenamiento continuo y consciente. A través de mi atención plena pude distinguir la revelación sin la interferencia del juicio. En esa observación atenta fui testigo de lo que estaba manifestando. La voz transformó el vacío en expansión. El frío se transformó en calidez y sentí la certeza de estar donde quería. Entonces asentí a lo que fuí y a lo que es. La suavidad y la firmeza se presentaron al mismo tiempo. Crecer es divino, me dije.
En el suspiro de alivio que llegó tras la tormenta la respiración se calmó y la libertad me mostró el camino. Integré lo que resistía y descubrí caminos nuevos. Lo que antes dolía ahora (eso mismo) me sanaba. La integración de todas mis "otrasdistintas" me abrió la posibilidad de comenzar de nuevo, desde un lugar mucho más pleno y sincero conmigo. La voz que sabe más se convirtió en plenitud, en coherencia entre lo que pienso, digo y siento. La paz me trajo silencio profundo y la voz que sabe más se manifestó de nuevo. La serenidad aparece y lo noto en mi en mi respiración sencilla y en la sonrisa tranquila contemplando sin juzgar todo lo que se me presenta.
La voz que sabe más no necesitó pronunciar su nombre porque nos reconocimos de inmediato. La voz de mi ser esencial y profundo puede decirle sí al mundo. Mi trabajo consistió en escucharla y esa decisión es intransferible. Cada uno puede hacerse responsable por su voz interior. Escucharla requiere de un paso previo, apagar los prejuicios.
La voz que sabe más ES INTRANSFERIBLE a PALABRAS.
Es una voz diferente del parloteo mental. Es una voz distinta. Es una sensación. .Un lenguaje integral que se puede entender con todos los sentidos. Es una voz que, sin necesidad de sonido, me trajo la sensación de bienestar que venía buscando. Los estados de coherencia empezaron a aparecer más seguido y a perdurar en el tiempo. La decisión de volver a escribir se volvió inevitable.
Me hice responsable de mi y la calma me permitió escuchar a la Voz que sabe Más todo el tiempo.
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