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3 formas de detectar autodiálogos tóxicos (y cómo corregirlo)

 

3 formas de detectar autodialogos toxicos (y como corregirlos)

¿Sabías que tu tono, tu cuerpo y tu energía cambian cuando te hablás mal?

Cuando tenía que grabar ante el micrófono un doblaje o una locución, a veces no me salía y volvía a casa frustrada. Al principio no lo notaba, pero cuando me empecé a escuchar con más atención me di cuenta de que había una voz interior que me dirigía. Era una voz autoritaria, que me enjuiciaba y me criticaba sin parar. Me di cuenta de que mi voz no era solo sonido: era la expresión directa de cómo me trataba.

Y aunque entrenaba técnica vocal notaba que si por dentro mi diálogo era tóxico… Mi voz perdía fuerza, claridad y conexión.

En este artículo te comparto 3 señales claras de autodiálogo tóxico y cómo empezar a cambiar ese patrón desde un lenguaje expansivo

Mariela Alvarez


1. ¿Usás frases definitivas que te dejan sin salida?

“Siempre hago todo mal” 

“No soy bueno/a para esto”

“Ya debería haberlo logrado”

Este tipo de frases no describen lo que pasa: te etiquetan. Y las etiquetas limitan.

¿Cómo corregirlo?

Cambiá el juicio por un dato concreto.

En vez de: “Siempre me sale mal”
Probá: “Hoy no me salió como quería, y puedo intentarlo otra vez”

Nota personal

Hablarte con posibilidad te devuelve movimiento. Tu cuerpo y tu mente lo agradecerán, te lo aseguro.


2. ¿Te hablás con tono de censura, no de guía?

El tono que usás con vos también es lenguaje.
Y si tu voz interna suena como un castigo, el cuerpo reacciona con tensión y tu voz hablada pierde naturalidad.

¿Te hablás como alguien que te acompaña?
¿O como alguien que te exige sin compasión?

¿Cómo corregirlo?

Entrená la pausa.

Antes de criticarte, respirá.
Y preguntate:

“¿Cómo le hablaría a alguien que está aprendiendo?”

Nota Personal

El cuerpo responde mejor al aliento que a la presión. Tenerse paciencia es clave.


3. ¿Te das órdenes desde el miedo, no desde el deseo?

“Dale, hacelo bien o quedás mal”
“No te equivoques otra vez”
“Tenés que hacerlo perfecto”

Este tipo de órdenes parecen motivadoras… pero activan el sistema de defensa.
Tu voz se tensa, tu mente se bloquea, y tu cuerpo entra en modo “sobrevivir”. Por lo general este tipo de frases eran las que me bloqueaban en un casting de voz. Con el tiempo me di cuenta de que para la vida también esa voz me hacía sentir mal y me bloqueaba.

¿Cómo corregirlo?

Transformá la orden en intención.

En vez de: “No te equivoques”
Decite: “Quiero hacerlo con presencia, y aprender mientras lo hago”

Nota Personal:

El deseo conecta. El miedo desconecta. Al principio vas a notar que repetir frases nuevas se siente forzado, tranquila/o te aseguro que funciona.

Pensalo como un aprendizaje. Para aprender a hablar necesitaste escuchar y repetir frases. El día que incorporaste el vocabulario a tu vida fuiste logrando cada vez comunicarte mejor. Lo mismo le sucede a nuestro diálogo interior. Se aprendió frases y dichos que repite en automático y muchas veces cree ayudar pero en realidad nos taladra generándonos ansiedad y mal estar físico.

Al principio cuando empecé a querer cambiar mis frases en automático mi juez interior recrudeció sus formas, como si se resistiera a aprender un lenguaje nuevo. Es cuestión de estar atentos a cuando aparece nuestro juez interior ponernos nosotros al mando.  Enseñarle que no hace falta que nos maltrate.


Lo que te decís moldea cómo vivís, cómo hablás y cómo te mostrás.

Cambiar tu lenguaje interior no es solo una cuestión de autoestima:
es una herramienta práctica para liberar tu verdadera voz.

Nota Personal: Un día empecé a cambiar mi voz interior y  a rediseñar mi diálogo interno.
Hacer este ejercicio me permitió entrenar la atención para estar mucho más despierta y reconocer cada vez más rápido la voz de mi juez interior que una y otra vez me boicoteaba.

 

¿Querés seguir aprendiendo a usar tu voz desde un lugar más consciente y expansivo?

🔁 Seguime en Instagram @otramarieladistinta para más ejercicios prácticos, frases clave y herramientas de reescritura interior.

Tu voz merece sonar alineada con quien estás siendo… no con quien te castigás por no ser todavía.

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