¿A quién le va a importar
mi historia?
Mariela Alvarez
No se
trata de que no me sienta capaz. He logrado muchas cosas, y sé que tengo
experiencia. Pero ese no es el punto. El patrón que se repite es otro: la
necesidad de validación externa. Esa voz interna que exige aprobación de los
demás, como si mi valor dependiera de cuánto reconocimiento recibo afuera.
Y ahí
aparece la paradoja: incluso personas exitosas, con trayectoria y logros,
pueden quedarse atrapadas en este relato. Porque el éxito externo no borra los diálogos internos que cuestionan nuestro
valor. Solo los disfraza por un tiempo.
El relato tramposo
El relato
de la validación externa es tramposo porque siempre te pone a prueba: nunca hay
suficiente aplauso, suficiente reconocimiento, suficiente aprobación. Te
mantiene midiendo tu vida con la vara de otros.
Cuando
esa voz gobierna, aparece el juicio propio: “¿Esto que ofrezco es
suficiente?”; “¿Me estoy autoengañando?”; “¿A quién le importa
realmente lo que cuento?”.
Y
mientras tanto, lo más importante queda oculto: que la primera validación
que necesitamos es la nuestra. Sin eso, ningún reconocimiento externo llena
el vacío.
- Cerrá los ojos y repetí con tu voz interior la frase recurrente que más te limita: "¿A quién le va a importar mi historia?".
- Sentí qué pasa en tu cuerpo:
     ¿se tensa, se acelera? Tu postura ¿se encoge?
- Ahora cambiá la frase por: “Mi
     historia importa porque es mía”.
- Observá cómo varía tu tono
     interno, tu respiración, tu postura.
- Anotá en tu bitácora la
     diferencia entre ambas frases: tono, emoción y corporalidad.
Tu historia importa
No se
trata de demostrarle a nadie que lo que hacés vale. Se trata de dejar de
juzgarte a vos mismo/a como si fueras tu peor crítico/a. Cuando cambiás la
mirada hacia adentro, tu historia deja de pedir permiso para existir y empieza
a tener el peso que siempre tuvo: el de ser tuya.
Y en ese
momento, sin forzarlo, descubrís que sí: tu historia importa. Y mucho.
Comentarios
Publicar un comentario